San Fermín (Pamplona)
Cada vez falta menos para la fiesta española por excelencia, la más internacional, salvaje y multitudinaria. Seguro que ya soñáis con escuchar el mítico chupinazo, pistoletazo de salida a 9 días de juerga sin igual. Seguro que ya puedes sentir el balanceo, el calor y la alegría que transmite la marea humana que tiñe de blanco y rojo la Plaza Consistorial.
La celebración comienza su andadura en la Edad Media y su fama mundial en parte se debe al gran Ernest Hemingway, gran valedor del evento más allá de nuestras fronteras. Es una fiesta que se vive plenamente por las calles, entre música, alegría, cachondeo, bebidas espirituosas, charangas, peñas, encierros y mucho jolgorio.
Todo comienza a las 12.00 h el día 6 de julio con el estruendo que produce el famoso chupinazo. La explosión de este cohete artesanal hace estallar de júbilo al gentío y es entonces cuando se colocan por fin el pañuelo rojo al cuello, al grito de “¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!” Empieza el desmadre...
Otro de los actos centrales de los Sanfermines son los archiconocidos encierros, que consisten en conducir a la manada de toros y cabestros desde los corrales de Santo Domingo hasta la plaza. La tensión, la emoción, esa sensación de peligro y los nervios son palpables en los minutos previos a que los astados empiecen su carrera entre los corredores a lo largo del kilómetro escaso que dura el recorrido. Es tradición que los mozos pamplonicas invoquen al Santo justo antes del comienzo, con un canto que repiten hasta en tres ocasiones para pedir su protección durante el recorrido, momento ciertamente sobrecogedor.
El famoso riau riau es otro importante episodio de esta fiesta. La aglomeración de cantantes de esta charanga hace que una distancia inferior a medio kilómetro tarde en ser recorrida varias horas.
La caballería (zaldikos), los gigantes y cabezudos (kikilis), los fuegos artificiales, la salida de las peñas, el concierto de la coral de la cámara de Pamplona, la procesión del santo, las corridas taurinas y muchas otras actividades completan la oferta de esta celebración, ya de proporciones épicas.
La tristeza se adueñará de vuestros corazones cuando escuchéis el “Pobre de mí” pondrá fin a esta edición. Tocará esperar al chupinazo del año siguiente. Pero no todo iban a ser malas noticias, pues podrás pasar tu viaje de retorno descansando tranquilamente, ya que Monbus se encarga del viaje por ti.
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